sábado, 29 de mayo de 2010

Informe Anual de DDHH


Los gobiernos poderosos torpedean los avances

En el prólogo del Informe Anual de Derechos Humanos de Anmistía Internacional su secretario general interino, Claudio Cordone, se pregunta si ha cambiado algo en estos dos últimos decenios el estado de los derechos humanos en el mundo. Y pese a que se ha avanzado mucho, reconoce que aún hay tareas pendientes, sobre todo un mayor compromiso por parte de las potencias mundiales.


Lo cierto es que se ha conseguido que la justicia internacional adquiera protagonismo, señala Cordone. Entre los avances más significativos es haber conseguido que en 1998 se cree la Corte Penal Internacional, que ha impulsado una serie de juicios contra delitos de derecho internacional, permitiendo que se procese en el extranjero a sospechosos cuando éstos disfrutan de impunidad en su lugar de origen.

Pero pese a estos avances, no son menores los obstáculos con lo que se ha estrellado la Justicia Internacional en su intento de llevar a cabo su cometido. Entre estos inconvenientes, los que más decepción ocasionan son los obstáculos que provienen de la negativa de los Estados para que la justicia internacional actúe con eficacia. Así lo señala Cordone en su informe, ya que aunque la rendición de cuentas ante la justicia por delitos de derechos internacionales es ahora una posibilidad, aún se interponen dos obstáculos monumentales. El primero es el hecho de que algunos Estados poderosos siguen actuando por encima de la ley, al margen de un escrutinio internacional efectivo. El segundo es que los Estados poderosos manipulan las leyes para proteger del escrutinio a sus aliados y presionan para que se rindan cuentas principalmente en los casos en que les conviene políticamente. Actuando así, agrega Claudio Cordone, brindan un pretexto a otros Estados o bloques de Estados para politizar la justicia de igual modo.

A finales de 2009 el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional había sido ratificado por 110 Estados, pero sólo 12 de los países que forman el G-20 lo han hecho. China, Estados Unidos, India, Indonesia, Rusia y Turquía, entre otros, se han mantenidos al margen de los esfuerzos de la justicia internacional cuando no los han socavado deliberadamente.

En este contexto resulta una labor casi imposible para la justicia internacional llevar a cabo su cometido, y por mucho que se intente avanzar, si las potencias dan la espalda a los procesos judiciales internacionales es muy difícil que los crímenes de lesa humanidad, los crímenes de guerra o las desapariciones forzosas sólo sean atrocidades del pasado.

Abusos en democracia

Y si a esto agregamos que el informe anual de Anmistía Internacional sobre el Estado de los Derechos Humanos en el Mundo denuncia que en la mayoría de las democracias donde se supone que el Estado de Derecho está garantizado también se cometen abusos contra los derechos humanos, el camino hacia una Justicia Universal eficiente se hace más pedregoso.

En Estados Unidos, por ejemplo, al finalizar 2009, 198 hombres seguían recluidos en el centro de detención de Guantánamo a pesar del compromiso del nuevo gobierno de cerrarlo antes del 22 de enero de 2010. Se procedió a realizar una revisión ejecutiva de todos los casos con el fin de determinar a qué detenidos se podía poner en libertad, procesar o transferir a otros países. Al finalizar el año, la mayoría de los detenidos de Guantánamo que había presentado recursos de hábeas corpus seguían a la espera de una decisión.

Es España, a su vez, el informe denuncia que continúan las denuncias de tortura y otros malos tratos a manos de funcionarios encargados de hacer cumplir la ley. Las víctimas de violencia de género, y en particular de trata de personas, seguían sin recibir protección y asistencia adecuadas del Estado. Se avanzó poco en la investigación de desapariciones forzadas y fosas comunes relacionadas con la Guerra Civil y el régimen de Franco. Las medidas adoptadas por el gobierno para abordar el racismo fueron insuficientes. La aplicación de la jurisdicción universal por delitos internacionales quedó restringida tras una reforma legislativa.

En Chile siguieron registrándose avances en el procesamiento de responsables de violaciones de derechos humanos cometidos en el pasado. En el sur, los pueblos indígenas continuaron reivindicando su derecho a la tierra y exigiendo respeto por otros derechos en medio de un clima de creciente tensión. El disfrute de los derechos sexuales y reproductivos siguió encontrando obstáculos.

jueves, 27 de mayo de 2010

Colombia

Reñidas elecciones

Colombia vive a pocos días de las elecciones una de las campañas más emocionantes de los últimas décadas. Según los sondeos lo más probable es que sea necesario llegar a una segunda vuelta, ya que ninguno de los nueve candidatos en disputa conseguiría lograr, el domingo 30 de mayo, más del cincuenta por ciento de los votos.

Alvaro Uribe, actual presidente de Colombia, deja el mando después de ocho años y con un porcentaje de aprobación de alrededor del 70%. Pero pese a este espaldarazo ciudadano, el candidato oficialista Juan Manuel Santos no llegaría a aglutinar a la misma cantidad de votantes, y de momento estaría empatando en intención de votos con el independiente Antanas Mockus.

La lectura de las encuestas estaría reflejando variadas escenas políticas. Una de ellas es que más que potenciales votos, el elevado apoyo a Uribe se debe en su mayoría en agradecimiento por la seguridad alcanzada y por los buenos resultados en la lucha contra los grupos subversivos, pero esto no quiere decir que el alto porcentaje de aprobación se vaya a traducir en votos para el candidato oficialista, puesto que las encuestas dicen lo contrario. De ahí se interpreta que no todos los que dicen aprobar su gestión estén de acuerdo con ciertas actuaciones de su gobierno, ya que la bajada en intención de votos de Santos sería de alguna manera un castigo hacia Uribe por temas no resueltos como el del desempleo, uno de los índices más altos en Latinoamérica.

Hay que agregar además un episodio que ha traído variadas repercusiones políticas al candidato oficialista. En el año 2008, cuando Juan Manuel Santos era ministro de Defensa ordenó , con el respaldo del Presidente Uribe, un bombardeo a un campamento de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en suelo ecuatoriano, en el cual fue abatido Raúl Reyes, el número tres del grupo subversivo, y otras 25 personas.

Este hecho suscitó sendas acusaciones por parte del gobierno Ecuatoriano, y el consiguiente rompimiento de las relaciones con Quito, un boicot económico de Venezuela, así como las condenas a Colombia del Grupo de Río y de la Organización de Estados Americanos. E incluso, la justicia ecuatoriana elevó una orden de arresto contra Santos, al que acusa de homicidio.

En Colombia este episodio ha desatado un acalorado debate sobre la legitimidad de los Gobiernos para llevar a cabo acciones de este tipo en suelo extranjero aduciendo "razones de Estado".

El rival

Lejos de estas controversias, el candidato a la presidencia del Partido Verde, Antanas Mockus, lentamente ha ido ganando terreno y ya le disputa el primer lugar en las encuestas de preferencias electorales al hasta ahora favorito, Juan Manuel Santos.

Mockus, es un profesor universitario, centrista, dos veces alcalde de Bogotá, que tiene la particularidad de haberse ganado el favor de los más jóvenes gracias a su peculiar manera de hacer política, muy alejada de los cánones habituales, haciendo proselitismo a través de las redes sociales de internet desde donde promueve la "legalidad democrática" y la lucha contra la corrupción.

Sea quien sea el vencedor de esta reñida carrera electoral, lo que sí es un hecho cierto es que desde hace dos décadas que Colombia no vivía una campaña tan ajustada y emocionante. El resultado está en manos de los ciudadanos que deberán optar por el candidato político tradicional o por el candidato idealista, si es que no surge una nueva sorpresa.

martes, 25 de mayo de 2010

Teodoro Obiang Nguema


Dictador africano estaría utilizando a la UNESCO

Una de las más prestigiosas organizaciones internacionales, la UNESCO, se ha visto envuelta en una situación escandalosa al asociarse con uno de los dictadores más crueles y corruptos, el presidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang Nguema.

Un grupo de organizaciones internacionales de Derechos Humanos ha denunciado que el dictador africano habría donado tres millones de dólares a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) con el objetivo de crear una condecoración a la Investigación en Ciencias de la Vida bajo el título de Premio Internacional UNESCO-Obiang Nguema Mbasogo.

Según denuncian las organizaciones humanitarias, entre las que se encuentra Human Rights Watch, esta donación se estaría utilizando para mejorar la mala reputación del mandatario africano al que consideran un déspota. Los tres millones de dólares, añaden, debiera ser utilizado para mejorar la educación y el bienestar de la gente de Guinea Ecuatorial, y no para la glorificación de su presidente.

La UNESCO se habría comprometido a revisar e investigar la procedencia y circunstancias del premio, pero el pasado mes de abril la propia directora general del organismo, Irina Bokova, señaló que la entrega del premio estaba prevista para el próximo mes de junio, pese a las súplicas de cientos de indignados individuos y organizaciones de todo el mundo.

Suena paradójico que este premio, que fue pensado para reconocer "los avances científicos que hayan contribuido al mejoramiento de la calidad de la vida humana", sea financiado y lleve el nombre de un dictador que mantiene a más del 75 por ciento de los ecuatoguineanos bajo el umbral de la pobreza, que en su mayoría no tiene acceso a agua potable y, por lo general, mueren antes de cumplir los 50 años, pese a que la riqueza del petróleo permite a Guinea Ecuatorial tener un PIB al nivel de Italia y España.

Incluso, denuncian los organismos internacionales de derechos humanos, conforme a evidencias presentadas por la investigación del Subcomité Permanente de Investigación del Senado de Estados Unidos en 2004 y 2010, el presidente Obiang y sus parientes han desviado decenas de millones de dólares de las rentas de los recursos naturales del país para beneficio personal. Es ese sentido, se están investigando cargos penales en España.

domingo, 2 de mayo de 2010

Manuel Noriega


Estados Unidos y sus amistades peligrosas

La extradición de Manuel Noriega desde EEUU a Francia, el pasado 26 de abril, pone fin a más de 50 años de una tortuosa relación entre el ex General panameño y el país Norteamericano. Y al igual que ocurrió con otros dictadores, lo que se originó como un lucrativo idilio terminó de muy mala manera para el ex hombre fuerte de Panamá.


Manuel Noriega vuelve a la palestra después de 20 años de ser capturado por el ejército de EEUU tras una sangrienta invasión a Panamá en 1989. Luego de pasar cerca de dos décadas en una cárcel en Miami, el gobierno norteamericano lo acaba de extraditar a Francia donde se le acusa de haber comprado propiedades en París con dinero procedente del tráfico de drogas. La Justicia gala en 1999 lo juzgó en ausencia por el lavado de unos US$3 millones en cuentas bancarias francesas.

Este es el final de una relación entre el ex dictador y EEUU que comienza en los años 50. En aquella época Noriega habría sido reclutado por la CIA, como a tantos militares latinoamericanos, para que formara parte de la cruzada norteamericana contra el avance de la izquierda, en un escenario geopolítico que cada vez se presentaba más hostil a los intereses americanos en la región y dominado por la bipolaridad característica de la Guerra Fría.

De esta manera, el ex General se convirtió con los años en un acérrimo colaborador de Estados Unidos apoyándolo en la guerra contra Nicaragua y en la lucha contra las guerrillas del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional en El Salvador.

Estos servicios al país del norte más algunas tácticas delictivas, como la desaparición de políticos opositores, lo encumbraron al poder del país centroamericano en el año 1983. Sin embrago, sus dudosas maniobras políticas, sus lazos con el narcotráfico y las sospechas por parte de EEUU de que habría estado jugando a dos bandos al vender sus servicios a los enemigos, fueron los detonantes para que los norteamericanos en el año 1989 decidieran invadir panamá para detener al dictador.

Estas relaciones tormentosas se repiten una y otra vez entre Estados Unidos y personajes de dudosa honestidad democrática. La lista es extensa. Entre estos vínculos de amor-odio se puede destacar a Augusto Pinochet (Chile), Saddam Hussein (Irak), Leopoldo Fortunato Galtieri (Argentina), Hugo Banzer (Bolivia), tiranos que mientras prestaron servicio a Norteamérica gozaron de una íntegra reputación internacional y de una brutal manga ancha al interior de sus países, muy perjudicial para la mayoría de los ciudadanos, ya que las torturas, las ejecuciones, las desapariciones fueron el modus operandi característico de estos fieles amigos de Norteamérica.

La mayoría de estos personajes se graduaron de la Escuela de las Américas, institución creada y auspiciada por Estados Unidos para asegurar que las naciones latinoamericanas cooperaran con su causa y así mantener un equilibrio político contrarrestando la influencia de organizaciones políticas de ideología marxista o de tinte izquierdista.

Estos son los amigos de Norteamerica, conocidos por sus crímenes y por sus gobiernos tiránicos, muchas veces relacionados con bandas organizadas de narcotráfico o de tráfico de armas, y que en su mayoría han acabado en la cárcel cuando han caído en desgracia o se les ha acabado el chollo, como le ocurrió al ex General Noriega.

domingo, 25 de abril de 2010

Megaterremoto


Chile y su talón de Aquiles: el Centralismo


La madrugada del 27 de febrero alguien podrá decir (y no pocos) que tuve la fortuna de encontrarme a miles de kilómetros de mi país natal, Chile. Exactamente a las 3.30 de la mañana se desató unos de los terremotos más intensos y devastadores que se hayan registrado (8,8 en la escala de Richter). Yo también creo que tuve suerte dimensionando lo vivido por mis compatriotas, pero la angustia de no saber exactamente lo que ocurría no es comparable pero sí es un sentimiento tan terrorífico como el mismo cataclismo.
A las pocas horas de ocurrida la catástrofe comenzaron a verse en la televisión las primeras imágenes de Chile, más concretamente de Santiago, su capital. En ellas se veía una ciudad atemorizada pero para sorpresa mía, y evidenciando la magnitud, en pie. Por lo que se percibía en las imágenes los destrozos eran menores.
A esa tranquilidad también ayudó la calma y la seguridad con la que la entonces Presidenta Michelle Bachelet acudía a su primera rueda de prensa, señalando que todo estaba controlado y que en un principio “Chile no va a requerir aún ayuda internacional”. Esas declaraciones me tranquilizaron por completo, y en el fondo me llenaron de un orgullo tremendo al saber que mi país era capaz de soportar una catástrofe de tal magnitud sin sobresaltos, a diferencia de lo que había ocurrido semanas antes en Haití.
El patriotismo, el chovinismo, el nacionalismo brotaron de mi pecho inflado por el orgullo de pertenecer a un país “desarrollado” y “maduro”. Y me consta que muchos compatriotas se sintieron igual. Que peligroso.
Digo peligroso porque ya transcurrida las horas se comenzó a saber que hacia el lugar del epicentro, a unos 500 kilómetros al sur de la capital, dicha tranquilidad estaba lejos de ser cierta. En esta zona el cataclismo había golpeado con dureza. Y para agregar más crudeza a la tragedia se desató un maremoto que destruyó varios pueblos y ciudades costeras.
Esta visión sesgada de nuestra realidad como país la entiendo. A los pocos días viajé a Santiago para reencontrarme con los míos y constatar lo ocurrido en mi ciudad. Y mi sorpresa fue que a pocos días de haber ocurrido un megaterremoto todo parecía tan normal como siempre. Incluso el ánimo de la gente daba esa sensación. Aún asustados por la magnitud pero tranquilos de estar en una ciudad que aguantó bien. Todo seguía su curso.
El problema estuvo en que las comunicaciones se vieron interrumpidas varios días por lo que no se tenía real constancia de lo que estaba ocurriendo en el sur del país. En la capital recién dos o tres días después del sismo se tuvo acceso a imágenes de la cruda realidad, de la tragedia, del sufrimiento. Una vez restablecida la electricidad y las comunicaciones se pudo ver las primeras imágenes del tormento, de la gente deambulando por las calles, aun choqueados intentando recobrar el sentido, de reconocer el pueblo, la ciudad, de intentar reconstruir aunque sea con los recuerdos dónde estaba la casa, el colegio, la iglesia. Fue en ese momento cuando nos percatamos los chilenos de que nuestro país no estaba tan preparado para este tipo de acontecimientos, y que la imagen del país desarrollo era sólo un espejismo.
Es lo que ocurre en un país como Chile, Centralista en todo el sentido de la palabra, que se mira el ombligo todo el rato, sin saber qué pasa más allá. Espero que esta tragedia por lo menos nos haga reflexionar en ese sentido. Que nos ayude a darnos cuenta que Santiago no es Chile.

Justicia Internacional


Garzón y la Justicia a la medida

Recuerdo aquella mañana primaveral del mes de octubre del año 1998 cuando por la radio escuché lo inimaginable, Augusto Pinochet Ugarte, el ex dictador, es detenido en su habitación de una clínica en Londres, donde se recuperaba de una intervención quirúrgica.
Al principio no di crédito de la noticia, pensé que se trataba de un error, o de cualquier cosa, pero nunca pensé que la Justicia, aquella que tantas veces había sido esquiva con los Derechos Humanos en Chile, por fin se hacía respetar gracias a la Justicia Internacional.
A partir de ese momento comenzó el periplo hacia un proceso judicial contra el dictador. Comenzó una liberación de la conciencia de mi país, un camino sin retorno hacia la verdad, una verdad que hasta ese momento hablaba de los supuestos detenidos desaparecidos.
Desde ese momento se supo todo. La magnitud de los crímenes perpetrado por Pinochet y sus secuaces. La verdad de una historia hasta ese momento callada por los vencedores y un silencio pactado para recobrar la democracia. Pero ya era momento de que en Chile se supiera por fin la verdad.
En ese proceso sin duda el Juez Baltasar Garzón jugó un papal fundamental e indispensable. Asumió el caso y lo llevó adelante. En Chile muchos se tomaron de la cabeza y protestaron por la injerencia de foráneos en asuntos internos, en temas que sólo nos competía a los chilenos y, como suele ocurrir, surgió en una parte de la sociedad un sentimiento patriótico que desembocó incluso en actos vergonzosos, con quema de banderas españolas e inglesas.
Pero poco a poco la sociedad chilena empezó a entender que este era un tema necesario para cicatrizar heridas. Había que mirar hacia atrás para poder seguir adelante. Y la única manera de hacerlo en ese minuto era a través de la Justicia Internacional, ya que Chile había suscrito el Convenio para la Prevención y la Sanción del delito de Genocidio, el que declara que genocidio es un delito de derecho internacional, por ende, el Juez Garzón era competente para juzgar al ex dictador.
El argumento estaba claro en aquella época y sigue tan claro hoy. Los crímenes cometidos durante la dictadura de Pinochet son crímenes de lesa humanidad, es decir, jamás prescriben, hecho que perfectamente se puede extrapolar al caso de España, ya que la normativa internacional forma parte también del Derecho español. El artículo 96 de la Constitución se refiere no sólo a los tratados internacionales, sino también a las normas generales del Derecho internacional, para las que se prevé su recepción automática en el Derecho español.
Ahora, yo me pregunto. Si España que ha firmado todos los acuerdos Jurídicos contra los crímenes de lesa humanidad, por qué está entrampada en un proceso contra un Juez que investiga los mismo que investigó en Chile con el beneplácito tanto de la Justicia Internacional como de la Justicia Española, y que apela al mismo hecho de que al ser crímenes contra la humanidad son delitos vigentes al desconocerse el paradero de las víctimas. Esto me parece a mí que huele mal.