domingo, 25 de abril de 2010

Justicia Internacional


Garzón y la Justicia a la medida

Recuerdo aquella mañana primaveral del mes de octubre del año 1998 cuando por la radio escuché lo inimaginable, Augusto Pinochet Ugarte, el ex dictador, es detenido en su habitación de una clínica en Londres, donde se recuperaba de una intervención quirúrgica.
Al principio no di crédito de la noticia, pensé que se trataba de un error, o de cualquier cosa, pero nunca pensé que la Justicia, aquella que tantas veces había sido esquiva con los Derechos Humanos en Chile, por fin se hacía respetar gracias a la Justicia Internacional.
A partir de ese momento comenzó el periplo hacia un proceso judicial contra el dictador. Comenzó una liberación de la conciencia de mi país, un camino sin retorno hacia la verdad, una verdad que hasta ese momento hablaba de los supuestos detenidos desaparecidos.
Desde ese momento se supo todo. La magnitud de los crímenes perpetrado por Pinochet y sus secuaces. La verdad de una historia hasta ese momento callada por los vencedores y un silencio pactado para recobrar la democracia. Pero ya era momento de que en Chile se supiera por fin la verdad.
En ese proceso sin duda el Juez Baltasar Garzón jugó un papal fundamental e indispensable. Asumió el caso y lo llevó adelante. En Chile muchos se tomaron de la cabeza y protestaron por la injerencia de foráneos en asuntos internos, en temas que sólo nos competía a los chilenos y, como suele ocurrir, surgió en una parte de la sociedad un sentimiento patriótico que desembocó incluso en actos vergonzosos, con quema de banderas españolas e inglesas.
Pero poco a poco la sociedad chilena empezó a entender que este era un tema necesario para cicatrizar heridas. Había que mirar hacia atrás para poder seguir adelante. Y la única manera de hacerlo en ese minuto era a través de la Justicia Internacional, ya que Chile había suscrito el Convenio para la Prevención y la Sanción del delito de Genocidio, el que declara que genocidio es un delito de derecho internacional, por ende, el Juez Garzón era competente para juzgar al ex dictador.
El argumento estaba claro en aquella época y sigue tan claro hoy. Los crímenes cometidos durante la dictadura de Pinochet son crímenes de lesa humanidad, es decir, jamás prescriben, hecho que perfectamente se puede extrapolar al caso de España, ya que la normativa internacional forma parte también del Derecho español. El artículo 96 de la Constitución se refiere no sólo a los tratados internacionales, sino también a las normas generales del Derecho internacional, para las que se prevé su recepción automática en el Derecho español.
Ahora, yo me pregunto. Si España que ha firmado todos los acuerdos Jurídicos contra los crímenes de lesa humanidad, por qué está entrampada en un proceso contra un Juez que investiga los mismo que investigó en Chile con el beneplácito tanto de la Justicia Internacional como de la Justicia Española, y que apela al mismo hecho de que al ser crímenes contra la humanidad son delitos vigentes al desconocerse el paradero de las víctimas. Esto me parece a mí que huele mal.

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